8M - PARAMOS EL MUNDO.
Ante la cercanía de un nuevo paro internacional de Mujeres, Lesbianas, Trans y Travestis, donde nos manifestaremos por nuestros derechos, aprovecho este espacio para pensar sobre ese día, donde claramente no festejaremos “nuestro Día”, sino que será una fecha de conmemoración y reflexión, en el que saldremos a la calle en defensa de nuestras vidas, por nuestros derechos, por nuestros deseos y por nuestra autonomía.
Es importante reflexionar, sensibilizar, llamar la atención, no sólo a las instituciones y gobiernos sino a todas las personas y organizaciones, respecto a la necesidad de sostener una agenda política de igualdad de derechos y contra todas las formas de violencia machista. No basta con leyes para que la paridad sea una realidad, si no que se necesita transformar las prácticas.
Lamentablemente, la vigencia de esta agenda se ve reflejada en las crudas estadísticas sobre violencia de género. Son escalofriantes las cifras de los delitos de femicidio -que es el último eslabón en la cadena de violencias (254 fueron los femicidios el año pasado, en nuestro país una mujer es asesinada cada 29 hs. por el solo hecho de ser mujer), sino también de la violencia doméstica o familiar, que no es un problema entre particulares dada su sistematicidad y tolerancia en la estructura social. No solo eso, sino que son espeluznantes las cifras de mujeres muertas por abortos clandestinos.
Es importante que reivindiquemos los avances logrados, las conquistas alcanzadas y los derechos obtenidos por las mujeres a través de su lucha. Desde la lucha protagonizada por nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo quienes hace más de 40 años dejaron el rol que la cultura patriarcal les asignaba y salieron a la calle a pelear por la aparición con vida de sus hijxs, cómo también el de nuestras heroínas anónimas (las desaparecidas y asesinadas en esta historia de lucha).
En este sentido, la Convención de Belém do Pará (1995) exhorta a los Estados a tomar cartas en el asunto, ya que -como bien sugirieron las feministas en los años ´60- “lo personal es político”.
En esta línea, desde nuestro ámbito de incumbencia profesional, debemos continuar impulsando iniciativas y acciones que contribuyan a generar ciudades igualitarias, mejor vivibles, sin desigualdades y que nos permita circularla a cualquier hora de manera segura. Para una definitiva incorporación de las mujeres a la sociedad debemos saldar injusticias en lo salarial, jurídico, educativo y por supuesto, territorial. Definitivamente la ciudad no es un espacio neutro. La superposición de roles de la mujer requiere condiciones adecuadas respecto a las redes viales, peatonales y de servicios, espacios públicos y equipamiento diseñados con la participación activa de la mujer desde nuestra propia percepción de seguridad.
A partir de esta perspectiva de igualdad, reconocimiento y lucha por los derechos, sólo resta decir: no sólo nos queremos vivas, sino que también libres, soberanas, empoderadas y gobernando, porque sin feminismo popular no hay justicia social.
¡Nos vemos en las calles!
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